Mafia y circo en el poder


OPINION — Hablar del gobierno Duque y en aras de las elecciones es como hablar en medio de un partido de fútbol con todo el mundo gritando lo que pasa en el campo. Pero es importante dejar por escrito algo.

No pasa una semana sin que el régimen Duque dé algo que decir. Seguramente será el presidente colombiano con más memes de la historia. Pero más que memes, va a ser el presidente que será recordado por tantos desaciertos, por tanta arrogancia, por tantos improperios, por tanta ingenuidad macabra, que la historia, recordada en un futuro lejano, terminará por decir que Duque es una leyenda, una invención de la ciencia ficción.

Comparar a Duque con el expresidente Trump – y da placer decir «expresidente» – no es apropiado, porque Trump gobernó a los Estados Unidos en donde, mal que bien, hay una democracia sólida. Si los republicanos se unen para elegir a un dinosaurio, lo harán ganar – como lo hicieron – pero la balanza será pronto regresada con los demócratas. De eso no hay tantas garantías en nuestros países latinoamericanos o en países como Colombia con un Duque, como Brasil con un Bolsonaro y, al extremo más oscuro, con Venezuela con un Maduro.

Pero hay que seguir con esperanza y esfuerzo, sin desistir, para luchar por un cambio social en Colombia. Los millones de desplazados, las poblaciones enteras que sufren hambre y sed, los líderes sociales asesinados, la presencia de actores armados que cometen atrocidades diarias, la espeluznante realidad de una policía y de un ejército que es capaz de disparar en contra de civiles que protestan y son llamados «héroes» por el régimen, el aumento del narcotráfico y muchos otros males, nos hace insistir en que tiene que haber un cambio real en Colombia.

Con las elecciones, el circo uribista está desesperado porque entendieron que de una u otra forma el pueblo ha despertado. Y se necesita que siga despierto. Pero para ello no hay que bajar la guardia y, especialmente, no dejarse caer «en la jugadita» de líderes tan mezquinos.

No tienen ningún resultado positivo de este cuatrienio tan oscuro. La moneda nacional cayó como un naipe en este mes de noviembre. El desempleo campea. La salud es un desastre. La inconformidad social se siente. El único caballito de batalla que quieren exponer, como si el pueblo colombiano fuera ignorante toda la vida, es el proceso de paz del cual quieren presentarse como los señores de la verdad al descalificarlo de manera abrupta, al recordar que ganaron el plebiscito por el no al proceso de paz (no es que hayan ganado por una gran mayoría, pero es de lo único que sienten que poseen porque en esa «jugadita» les salió de su engaño, en la manipulación de mentiras).

Ahora todo el que critique a este régimen uribista es disque «comunista» y no tienen vergüenza en utilizar el coco del comunismo para todo aquello que no sean ellos. Hablar de reforme agraria no es comunismo. Lo hicieron los países más industrializados de la Tierra. No es que sean capitalistas ellos. Son feudalistas y eso es lo que tenemos que entender, porque los capitalistas son los que critican su sistema corrupto, lleno de gente incompetente, narcotraficantes en el poder, incapacitados para mandar y profundamente matarifes.

Pedir educación superior gratuita no es comunismo ni ser «atenidos». Es un derecho universal y es, además, la mejor inversión en desarrollo. Cuántos talentos jóvenes colombianos han tenido que emigrar a buscar mejores oportunidades a otros países, simplemente porque en Colombia no encontraron el apoyo.

Nadie anhela que Colombia se convierta en un país comunista y nadie propone semejante escenario. Basta ya de decir que «nos convertiremos como Venezuela» cuando Colombia está casi peor que Venezuela. Regresen a sus madrigueras, oh corruptos, que ustedes a nadie los llamó a ser presidentes, congresistas, gobernadores, concejales. Ustedes no son «gente de bien» porque la gente de bien no mata, no desplaza, no secuestra, no amenaza, no muestra armas en Twitter, no deshonra, no le hace propaganda al poder absoluto.

La gente de bien es la que mantiene a Colombia con su trabajo humilde, día a día, en la espera por un futuro mejor y los líderes que vienen de ese pueblo, son los que deben gobernar. «“Apártense vacas, que la vida es corta”», como dijo Aureliano Segundo Buendía…

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