San Andrés ¿de quién?

Opinión| «¿Cambiarías a San Andrés por Galápagos (Ecuador)?»

Por Albeiro Rodas – Foto de Jovike.

Es una de las preguntas que me encontré en el foro Skyscrapercity y uno de sus usuarios formula así la pregunta:

«Yo sin dudarlo tres veces cambiaria a SA por Galapagos…esta ultima se me hace tan impresionante, es lo que mas les envidio a los Ecuatorianos ¿Qué piensan ustedes?«

En realidad me dejó impresionado semejante pregunta y me entran las dudas de que sea hecha por un colombiano. Quizá sea un nicaraguense, ahora que la Corte Internacional de Justicia de La Haya hará su audiencia este 13 de diciembre a las 10 de la mañana, hora holandesa, sobre la demanda que el país centroamericano impuso sobre su hermano suramericano.

Volviendo a esa pregunta, ella revela algo muy grave: que el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, los cayos y todas las áreas marítimas que constituyen el departamento maritimo de Colombia, es visto por algunos colombianos del interior (si es que el señor del foro es colombiano), como una apendice que se puede cambiar por cualquiera otra cosa. Yo no cambiaría a San Andrés por las islas Galápagos, no sólo porque a las Galápagos nuestra querida Ecuador no la está rifando ni mucho menos, sino porque San Andrés es parte legítima de la soberanía nacional. Uno no cambia un brazo, una pierna o el corazón. Si a Colombia le ofrecieran a Hawaii por San Andrés, aquel que acepte semejante cambio en nombre del pueblo de Colombia no es otro que un traidor.

El mito del «territorio olvidado»

Surge de nuevo, como en todos los problemas limítrofes de Colombia con sus países hermanos (que se olvidan de su hermandad al momento de tallar su pedazo de Colombia) el «Mito del Territorio Olvidado«. Este Mito, utilizado siempre de manera demagógica (léase la historia de la llamada «Separación» de Panamá, las políticas de expansión peruana y brasileña en el Amazonas colombiano), no es exclusivo de Colombia. Bajo este lema Tailandia y Vietnam se comieron a lo largo de cuatro siglos más del 70% del territorio camboyano. Pero este Mito demagógico y falsario, no es otra cosa que la descendencia de otro aún más temible: el de la Terra Vacua de los conquistadores españoles del siglo XVI. Fue que cuando llegaron Colón y su grupo vieron tierra y vieron oro, pero no vieron gente. Atención a este punto que es muy delicado: los españoles que llegaron a las americas (después los portugueses, los franceses, los ingleses, los mismos holandeses que ahora derimen en La Haya), no vieron a nadie, absolutamente a nadie. Recordemos que Roma tuvo que poner bajo discusión académica y teológica el de si nuestros ancestros tenían o no alma.

Esa es una de las demagogias que se quiere esbozar en el caso de las Islas de San Andrés: que Colombia las tiene olvidadas. Ciertamente en este caso, Nicaragua se comporta como fiel descendiente de los conquistadores españoles del siglo XVI: no ven gente, ven islas llenas de oro. Lo demás sobra, es decir, que en las islas vivan personas que por generaciones hayan estado dentro de un país, que tengan su propia cultura raizal que es más cercana a Jaimaica y a las Antillas que a Nicaragua eso no interesa.

Los sanandresanos: ¿colombianos o no?

Entonces entramos al otro terreno: el de la identidad de los sanandresanos, un tema más analizado en Colombia que en Nicaragua. Ninguna fuente nicaraguense ha hablado del asunto, mientras que en Colombia, si hace décadas no se sabía que los sanandresanos eran antillanos, ahora hay suficiente información. Por identidad cultural humana, quienes tienen más derecho a reclamar las islas – si es que a ciertos gobernantes interesa la identidad humana y que la gente tenga o no alma -, quienes deberían reclamar a San Andrés y Providencia debería ser Jamaica. Pero no. Jamaica, que habla inglés y que es protestante, nunca le ha puesto litigios a Colombia. Es más, los dos países tienen una zona de explotación económica común, algo que es sorprendente y de lo que se habla poco. Es decir, que una área maritima es compartida por dos países, de manera pacífica y sin resquemores. A Jamaica, que ni siquiera la consideramos dentro del mundo latinoamericano, deberiamos llamarla Patria Hermana, de verdad, porque hasta de allá, como de Haití, salieron refuerzos para la independencia de Colombia.

La diferencia étnica de los sanandresanos no pone en entredicho la soberanía nacional. Si ella fuera un motivante, entonces muchos grupos humanos colombianos podrían independizarse: los arawacos, los u´wa, los afrocolombianos del Pacífico, los cimarrones del Palenque de San Basilio, los Huitoto, las tribus amazónicas, los gitanos que viven en los barrios de Bogotá, los judíos colombianos, los árabes que viven en la Costa… Sencillamente porque el colombiano no es un concepto unitario – eso lo intentaron hacer algunos hace décadas en su sueño de crear un país unitario, una sola raza, una sola religión, pero todo eso era una farsa. Un colombiano no es sólo uno que habla español, vive en los Andes o en La Costa y escucha vallenato. El pueblo colombiano implica una gran variedad humana y entre ella está la cultura raizal.

Razones para quedarse con Colombia

Según muchos estudios, la cultura raizal debe ser protegida en su identidad. Ella entró en crisis cuando San Andrés fue declarada puerto libre bajo el gobierno de Rojas Pinilla. Las islas recibieron por primera vez la afluencia de colombianos del continente que trajeron consigo sus propias manifestaciones culturales. El pastor Raymon Howard, líder de un movimiento pro independentista del archipiélago, dijo que el estado colombiano le había dado a los raizales un trato colonialista y que las disputas entre Nicaragua y Colombia eran absurdas porque ellos no eran de ninguno de los dos países. Howard también denuncia lo que llama una política de aniquilamiento contra los raizales y como en 1912 el gobierno de entonces creó leyes con el fin de repoblar la isla con familias colombianas.

Los argumentos de Howard ciertamente llaman la atención sobre una realidad en concreto, traslucida en preguntas como la de nuestro amigo de Skyscrapercity. Sin embargo, muchos otros grupos culturales en Colombia podrían exponer argumentos similares. La solución no es la «separación panameña» de Colombia y señalar los conflictos colombianos, como hace Howard, para justificar una idea separatista, que en realidad no convence a la hora de determinar la veracidad de los acontecimientos. Howard y el amigo de Skyscrapercity están en la misma posición y escogen soluciones absurdas.

Una nación no se corrige desmembrándola. Una nación, que como la colombiana se debe reconocer pluriforme, se forma con las luchas, pero las luchas constructivas, la unidad en un sólo propósito como es el desarrollo, la paz y la justicia para cada rincón de la Patria. La historia de Colombia ha podido ser dura desde su Independencia. Pero hay algo que Colombia tiene a su favor, aunque a veces de ello se han aprovechado: Colombia nunca ha agredido a otro país, nunca ha conducido una invasión, nunca se ha inmiscuido en los asuntos de otras naciones, siempre ha tendido la mano cuando otros países han pasado desgracias, siempre ha agotado la diplomacia. Sea así en este caso. Pero que también estemos dispuestos a defender la Patria con la espada, si la pluma se agota.