Documento| Acerca de los raizales de San Andrés


Encontré este precioso documento de investigación de Adelaida Cano Schütz acerca de la cultura raizal del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina publicado en Colombia.Indymedia.org el 9 de mayo de 2005.

Los raizales sanandresanos: realidades étnicas y discurso político

Por Adelaida Cano Schütz

Resumen: Los raizales del Archipiélago de San Andrés y Providencia han empezado a utilizar su identidad cultural como una estrategia étnica que les ha permitido reivindicar ciertos derechos frente al Estado y frente al resto de habitantes de la isla. En este proceso se han empezado a rescatar particularidades culturales dándoles un carácter de importancia dentro de su discurso, como es el caso del idioma, mientras que otros aspectos de su cultura han sido puestos aparte, ya que no tienen importancia dentro del discurso político. El análisis del discurso étnico raizal muestra cómo la etnicidad se construye de acuerdo con la coyuntura política e ideológica colombiana e internacional. PALABRAS CLAVES Etnicidad; Reivindicación étnica; Conflicto Interétnico; Discurso étnico; Constitución de 1991; Derechos Políticos; Paros cívicos; San Andrés Isla; Raizales; Creole; Pueblo indígena raizal; Cultura caribeña

Introducción

Sanandresano

Un sanandresano raizal con atuendos antillanos anima turistas que llegan a la isla con su música. Foto de dtobia2000

El multiculturalismo se ha convertido en un nuevo ideal político entre los Estados que cuentan con diferentes grupos sociales en su interior, que conciben el mundo de una manera diferente a la de occidente. Para el caso colombiano, las teorías multiculturales se empezaron a aplicar desde la Constitución de 1991, dándole cabida a esos grupos étnicos que con anterioridad no contaban con derechos particulares que les permitieran vivir de acuerdo con su forma de pensar y de relacionarse con su entorno. Esta situación de respeto a la diversidad cultural, que se ha convertido en un ideal para la nación colombiana, ha propiciado la creación de toda una serie de instrumentos para que estas etnias minoritarias obtengan ciertos derechos y los hagan respetar.

En este contexto se inscribe este trabajo, que pretende mostrar como la identidad étnica, que muchas veces se presenta como algo inalterable y estático en el tiempo, es una estrategia política en donde, por medio de la legitimación y reivindicación de las particularidades culturales, se busca ejercer presión frente al Estado y exigirle el otorgamiento o cumplimiento de ciertos derechos particulares para las etnias. Este supuesto teórico será analizado por medio del estudio de caso de los raizales del Archipiélago de San Andrés y Providencia, quienes han sido considerados como una minoría étnica desde la Constitución de 1991.

La situación sanandresana, sobre la cual se hará énfasis, es en la actualidad bastante problemática. San Andrés es una de las islas mas pobladas del Caribe debido a que el Estado colombiano impulsó a los colombianos para que se establecieran en las islas, sin ningún tipo de control sobre la migración, lo cual ha generado que ahora esta isla, de tan sólo 26 kilómetros cuadrados, esté sufriendo una crisis medioambiental y de escasez de recursos propios. A esta situación alarmante hay que sumarle que los raizales fueron excluidos de todo este proyecto de colombianización, y además les fueron impuestas las categorías culturales traídas del continente. Estas situaciones han generado que, en la actualidad, los raizales hayan empezado a tomar conciencia de sus particularidades culturales y estén haciendo de éstas un discurso étnico.

Así pues, lo que aquí se pretende analizar es la forma como los raizales han empezado a buscar la legitimación de sus derechos políticos frente al Estado y frente a la población no nativa de las islas, por medio de los instrumentos ideológicos y legales que existen ahora en pro de las reivindicaciones de tipo étnico. Por lo tanto, se tendrá en cuenta que los conceptos de etnicidad e identidad no son conceptos estáticos e inherentes a las sociedades per se, sino que son conceptos que surgen de una coyuntura política específica para que estas minorías colombianas puedan reclamar sus derechos políticos (Bolívar, 1998; Restrepo, 1998). Esto tiene como fin, obtener un mayor conocimiento acerca de la forma como los raizales están actuando políticamente a través de su estatus de minoría étnica, y cómo han construido un discurso a partir de su historia y de su situación actual.

En este sentido, se plantearán en primer lugar los aspectos teóricos sobre los cuales se analizará la situación raizal, haciendo énfasis en el carácter construido de la etnicidad. En segundo lugar, se plantearán las características históricas y culturales de la comunidad raizal, expuestas por historiadores, antropólogos o lingüistas, con el fin de compararlas y analizarlas posteriormente, a la luz de la construcción de la etnicidad producida por los raizales en estas últimas décadas. Finalmente se analizará el discurso étnico y político del movimiento raizal, quien ha ido reivindicado esa identidad étnica.

Identidades étnicas construidas

Niña raizal

Una niña raizal. Foto de thotdemo

Antes de abordar el tema de los raizales sanandresanos, es pertinente platear ciertas consideraciones generales con respecto a la identidad étnica o a la etnicidad , ya que éstas nos permitirán comprender mejor el problema social en este territorio insular. En este sentido, al hablar superficialmente de identidad étnica, nos referiríamos a un grupo social que comparte un pasado, un territorio definido, una lengua (Koonings et.al, 1999), así como una religión y, en ocasiones, características fenotípicas similares, o formas económicas o de apropiación del medio ambiente (Baud et.al, 1996). Es decir que estas comunidades estarían basando su identidad étnica en una serie de valores o conductas, transmitidas históricamente, de generación en generación que, con una mirada superficial, parecerían inmutables en el tiempo.
Otro componente importante de esta etnicidad es la presencia del “otro”, para poder expresar la identidad por medio de la diferencia. Por esta razón, la etnicidad se posa sobre el supuesto de la diferencia, ya que ésta permite mostrar la autenticidad, y excluye los opuestos, o lo que se opone a lo propio (Hall, 1996 a). Este principio es fundamental para comprender la etnicidad moderna, puesto que la identidad de las minoría étnicas hay que entenderla como el resultado de una enorme interacción con diferentes grupos, y no como tribus aisladas de todo contacto con el resto del mundo (Cohen, 1996).

En este sentido, la identidad de las minorías étnicas se estaría recreando en oposición a los principios de la sociedad dominante u occidental. Si pensamos, entonces, que esta identidad se basa sobre el principio de la diferencia, y más aún, que este principio se hace más fuerte al hablar de minorías étnicas, podríamos considerar que la etnicidad no es una condición que se encuentre imperturbable en el tiempo, como lo habíamos mencionado, sino que por el contrario, esos atributos de la etnicidad, tales como las normas de conducta, las prácticas y las características sociales, son flexibles y dinámicas. Los atributos étnicos serían entonces factores que van cambiando de acuerdo con la coyuntura, y en situaciones conflictivas serían una estrategia pensada conscientemente para solucionar los problemas.

La autenticidad planteada por estas minorías generaría una base para la movilización social, en la cual se estarían exigiendo beneficios de autonomía, políticos o económicos, dentro de un contexto multicultural (Koonings et.al, 1999). Por lo tanto, la etnicidad estaría asumiendo un papel estratégico en situaciones de cambio o conflicto social (Baud et.al, 1996).

Lo que se ha pretendido mostrar, entonces, es cómo la etnicidad no es un intento romántico del “buen salvaje” por volver a lo autóctono y lo prístino, en aislamiento frente a occidente, sino que, por el contrario, estas reivindicaciones étnicas hay que verlas como construcciones estratégicas (Hall, 1996 a) dentro de la política moderna. En este contexto podríamos entender los conflictos interétnicos actuales, ya que estos no surgen simplemente por el hecho de que existan las diferencias, sino que se presentan en el momento en el cual esas diferencias étnicas son utilizadas dentro de la acción política de reivindicación identitaria, en la cual la oposición con el “otro” es fundamental (Cohen, 1996).

Al comprender que la identidad étnica actual surge dentro del ámbito político como una forma de reivindicación, podemos comprender entonces que ésta etnicidad genera un discurso político, que va cambiando de acuerdo a las necesidades de cada momento. Así, por ejemplo, nos dice Stuart Hall (1996 b) la experiencia negra se construye por medio de un discurso histórico o cultural, más no simplemente por las características físicas o raciales. Este discurso étnico sería, por lo tanto, un discurso netamente contemporáneo, ya que – a pesar de que lo que se reivindica son atributos o características centenarias o externas a occidente – éste se funda bajo los principios de poder modernos, o mejor, busca hacerle frente a estos principios de poder, manejados por el Estado. De igual manera, se puede considerar que el discurso étnico es moderno ya que rechaza y le hace frente al discurso de la “raza”, puesto que éste limita las diferencias culturales y sociales al color de la piel, dejando por fuera otras características (Grossberg, 1996).
Esta etnicidad o identidad étnica, de la que hemos venido hablando, se ha ido moldeando en Colombia desde la Constitución del 91, mostrando los intereses de los diferentes grupos minoritarios en el país. Es decir que el marco normativo que nos brinda esta Constitución multicultural, ha generado que durante estas últimas décadas haya grupos humanos que se estén construyendo o inventando como diferentes: como indígenas o como negros (Bolívar, 1998), ya que esto permite la legitimación de su presencia en un territorio, la obtención de derechos o beneficios, y una mayor autonomía administrativa o legal. Esta situación mencionada se puede comprender para el caso de San Andrés y Providencia, ya que, como se desarrollará a continuación, a pesar de que las características culturales presentes en los raizales han existido desde hace dos siglos, éstas se han reconstruido y moldeado, después de la Constitución de 1991 como una estrategia política consciente.

La cultura y la sociedad isleña

La historia de la población raizal del Archipiélago de San Andrés Providencia y Santa Catalina se inicia a principios del siglo XVIII. Anterior a esto se habían presentado algunos intentos de colonización por parte de los ingleses y los españoles, pero es sólo hasta este siglo cuando se puede hablar de los inicios de esta sociedad. Desde este siglo, empiezan a llegar pobladores de Irlanda o Escocia, de otras islas caribeñas, tales como Jamaica o Trinidad y Tobago, y esclavos africanos. La sociedad isleña se empieza a configurar como una sociedad esclavista, productora de algodón, e igualmente contrabandista.
A finales del siglo XVIII, debido al creciente contrabando y la posición estratégica que tenían los ingleses desde Providencia para instigar las flotas españolas, la Corona española decide reconquistar este territorio insular. Sin embargo, España aprueba que sigan migrando ingleses y jamaiquinos, lo cual permitió que se fuera constituyendo una sociedad con las mismas características culturales que las del resto del caribe anglófono, en donde primaban las grandes extensiones para el cultivo (Vollemer, 1997). De igual manera, los pobladores isleños de la época mantuvieron, como lo hacen hoy en día, fuertes lazos con la comunidad de indígenas miskitos de la costa caribe centroamericana, y con los grupos anglófonos de ésta zona, lo cual permitió que se fueran afianzando ciertos lazos culturales, teniendo en cuenta la cercanía del archipiélago con esta costa.

En 1803 San Andrés y Providencia, que pertenecían al Virreinato de Guatemala, pasan a formar parte del Virreinato de la Nueva Granada, lo cual genera que en 1810 estas islas pasen a formar parte del territorio colombiano sin oposición de sus habitantes, e incluso a petición de ellos mismos.

Durante todo el siglo XIX continúan las migraciones desde Jamaica o las Islas Caimán ya que San Andrés y Providencia eran puerto obligado para las goletas pesqueras. Durante ese siglo los habitantes del archipiélago nunca pierden contacto con estas islas del caribe británico, ni con los angloparlantes de la región caribe centroamericana (Corn Islands o Bluefields). Esto se debió en gran parte a que el Estado colombiano no estaba muy interesado en esta porción de su territorio, puesto que la situación cultural que allí se presentaba era irritante para el gobierno debido a que sus pobladores se salían de los cánones culturales impuestos en el continente (Parsons, 1964). Por esta razón las influencias inglesas del resto del Caribe se enraizaron en las islas durante todo el siglo XIX. De este modo, el Archipiélago pertenecía jurídicamente al mundo hispano, pero culturalmente al mundo del Caribe anglófono (Vollemer, 1997).

En 1853 es abolida la esclavitud en las islas. Esta situación será fundamental para comprender las formas económicas y sociales que se presentarán en las islas, y que serán determinantes para la conformación de una sociedad particular. En este sentido, las grandes plantaciones de algodón son sustituidas por plantaciones de coco, que se acoplan a la mano de obra libre. La forma de subsistencia cambia, ya que las grandes extensiones de tierra serán divididas en parcelas que servirán para la agricultura de subsistencia, lo cual formará entonces una sociedad igualitaria, en donde no se produjo un sistema asalariado (Clemente, 1989).

Con la abolición de la esclavitud llega también la Iglesia Bautista, la cual es considerada por los antropólogos e historiadores que han trabajado en San Andrés y Providencia, como uno de los factores más importantes para comprender la forma de pensar y de relacionarse del isleño, como veremos a continuación. Entonces, durante los siglos XVIII y XIX se cumplió el periodo de formación de la cultura raizal basada principalmente en el protestantismo y el inglés (Clemente, 1991).

La legua es uno de los factores fundamentales que determina la cultura isleña. Para hablar de la lengua sanandresana hay que aclarar que no todo el inglés que se habla en las islas es el mismo. Los lingüistas han diferenciado entre el inglés criollo, o creole, y el inglés estándar que es básicamente el mismo que se habla en las otras islas del Caribe anglófono. La diferencia entre estos dos tipos es fundamental, ya que esto determina en gran medida las relaciones sociales de las islas.

El inglés criollo es el inglés de la vida cotidiana, y es una lengua compartida con los habitantes de las costas miskito, u otras costas del caribe centroamericano. Este inglés es el que se usa en las conversaciones informales, en la calle o en la casa (Dittman, 1992), y es el que le permite al isleño, en resumidas cuentas, participar en las redes de intercambio de bienes y servicios dentro de la isla (Clemente, 1991). Sin embargo, durante muchas décadas, inglés crillo fue visto con desdén por parte de los isleños al tener raíces africanas, además de las inglesas, y era considerado como la lengua de las clases bajas, y se rechazaba su uso tanto en las escuelas como en las iglesias. (Dittman, 1992).
El inglés estándar se constituyó pues en la lengua de las relaciones formales, es decir el inglés hablado en las iglesias bautistas o adventistas. El dominio del inglés estándar permitía y permite un mayor estatus dentro de la sociedad ya que éste abría espacios en los ámbitos políticos y religiosos de las islas (Dittman, 1992).

“Bueno el idioma, el creole. Pero el creole era, es un dialecto africano con mezclas de inglés isabelino, pero eso lo hablaba la gente… no lo hablaban… Ante todo en las iglesias no lo hablan, porque Dios no entiende creole, entonces en la iglesia hay que hablar un ingles muy formal (…) y hay casas aquí que hasta hoy no hablas creole en las casas. Otras casas si. El creole era como el idioma de la calle, de los niños, pero entre la gente que se consideraba con cierta educación no.” (Entrevistada: Hazel Robinson, Escritora e historiadora isleña, 4 de julio, 2003).

La religión protestante es el otro factor que los sociólogos han considerado como componente importante durante el periodo de la hegemonía raizal en las islas. La Iglesia Bautista, fundada en 1845, se convirtió, de ahí en adelante, en la mediadora de todas las relaciones sociales, hasta el punto en el que no se hallaba la diferencia entre la iglesia y el Estado. La iglesia era la escuela, era la que llevaba el control de del registro civil, y hacía las veces de la administradora de la salud y las medicinas, lo cual nos muestra el control que ésta tenía sobre la vida social. Lo mismo ocurría con la Iglesia Adventista, aunque ésta tenía una posición mucho más clasista (Clemente, 1991).

La función del pastor, por lo tanto, era de extrema importancia, ya que éste no sólo era el guía espiritual de los isleños, sino que imponía los parámetros sociales por lo cual se convertía en la máxima autoridad, como hasta ahora sigue siendo, como veremos más adelante.

La sociedad isleña de este periodo se identificaba con los patrones culturales dejados por los ingleses y mantenidos durante varias décadas de contacto con las otras islas angloparlantes, con Estados Unidos, y con Inglaterra. Esta identificación del isleño frente a la cultura anglosajona se ha transmitido de generación en generación y es lo que ha recreado en universo cultural del isleño. En este sentido, la música o la comida tienen altos componentes ingleses, mientras que lo africano, o lo que pueda tener vestigios de esto es rechazado, al ser considerado “primitivo”. (Clemente, 1991)

Esa era la situación cultural isleña hasta principios del siglo XX ya que el Estado colombiano no se interesó en integrar social y culturalmente las islas a la Nación. Sin embargo, para principios del siglo XX hay dos factores que influyen para que Colombia empiece a aplicar medias en pro de la integración del Archipiélago. El primer factor es la Constitución de 1886, puesto que era imperante que unas islas de habla inglesa y religión protestante se integraran al proyecto nacional en donde el catolicismo y el español eran lo que generaba la identidad colombiana. El segundo factor fue la pérdida de Panamá, ya que hizo que el Estado reconociera la necesidad de establecer soberanía en ese territorio (Clemente, 1991). Estos dos factores generaron que durante la primera mitad del siglo XX se impusieran medidas que se han llamado de “colombianización”. Estas políticas, por medio de varias leyes, obligaban al aprendizaje del español y la conversión al catolicismo, enviando para tales fines a misiones religiosas, dentro de las cuales la más importante fue la misión capuchina.

Esta fue la situación hasta 1953, fecha en la cual se crea el marco normativo más importante para comprender la políticas de colombianización. En este año, el General Rojas Pinilla nombra a San Andrés Puerto Libre, e incita a los colombianos continentales para que migren a la isla y creen negocios acordes con esa nueva situación isleña. Así pues, se inicia una ola migratoria a San Andrés que no contó en ningún momento con el control del Estado.

Estas políticas de colombianización, que pretendían integrar culturalmente a las islas y hacer presencia soberana cuando así se ha requerido, generaron enormes cambios en la isla, y han sido uno de los puntos más conflictivos en la relación entre el pueblo raizal y el Estado colombiano, a la hora de negociar. Las políticas de colombianización generaron cambios enormes en la forma como el raizal tenía establecidas sus relaciones sociales, económicas, laborales y culturales, puesto que éstas quedaron segregadas frente a las que trajeron los inmigrantes continentales o se impusieron desde las misiones católicas.

La mayoría de inmigrantes que llegaron después de la creación del Puerto Libre fueron provenientes de la Costa Atlántica colombiana, aunque también llegaron extranjeros judíos, sirios libaneses y árabes, lo cual generó cambios sustanciales en el territorio y en la economía isleña. Los cambios en la arquitectura y en la infraestructura fueron los más notorios, ya que las casas tradicionales fueron sustituidas por grandes edificios, hoteles y locales comerciales, los cuales se construyeron sin ninguna planeación.

Por otro lado, el isleño empieza a arrendar sus tierras a los inmigrantes de más bajos recursos los cuales se establecieron en tugurios en donde no se encontraban los servicios básicos, como sigue ocurriendo hoy en día, y se fue generando paulatinamente una situación de insalubridad e inseguridad que no se ha podido resolver, así como enfrentamientos entre isleños y continentales (Ruiz, 1986). Esta situación que comenzó hace cincuenta años es hoy uno de los problemas más graves de la isla, ya que ésta se encuentra sobrepoblada y se vive una escasez de recursos propios.

Otros isleños han ido vendiendo sus tierras al inmigrante, quedando en espacios reducidos y segregados, lo cual les ha impedido cultivar los productos de la tierra, y se ha debido ir cambiando la forma tradicional de autosuficiencia. En este sentido, la sociedad isleña se ha visto obligada a subsistir con los productos que se traen de afuera a pesar de que su economía consistía básicamente en los productos que ellos mismos cultivaban (Pedraza, 1984). Esto ha ido generando una crisis social ya que muchos isleños se encuentran sin tierras y desempleados puesto que no se pudieron, ni han podido en muchos casos, acoplarse a las nuevas exigencias laborales y económicas de la isla. (Ruiz, 1987).

Con esta situación los isleños han ido conformando sectores propios como La Loma o San Luis, que se diferencian de los sectores de continentales. En estos sectores típicamente isleños se han ido reforzando los elementos de identidad tales como la lengua o la religión y permiten que se haya ido creando un resistencia isleña y una conciencia del “ser isleño”, pero también un discurso agresivo frente al paña , quien es considerado el portador de todos los males (Ruiz, 1989).

Con la Constitución de 1991 se intentó dar un vuelco a la situación de las islas y del raizal. Durante el proceso constituyente se pretendía que los raizales, así como lo habían obtenido los grupos indígenas, tuvieran una legislación especial y una forma de gobierno de acuerdo con las particularidades isleñas, después de varios años de marginación, y de acuerdo con los ideales multiculturales expuestos en la Carta. Sin embargo no todas las pretensiones raizales fueron acogidas, a pesar de se que creó el artículo 310, que trata específicamente del Archipiélago. En este artículo se establece la necesidad de crear una legislación especial para las islas debido a la sobrepoblación y al carácter limitado de los recursos. En este sentido, después del artículo el Departamento se debería regir por normas especiales respecto a la inmigración y a la economía. Pero éste también reconoce que los raizales son una minoría étnica nacional y les legitima su nombre: raizales. Por lo tanto, la Constitución permitió que las diferencias culturales que estaban presentes desde hacía varios años dentro de las islas tuvieran un sustrato legal, y también permitió que los raizales empezaran a luchar por sus derechos, ahora como una minoría étnica definida y diferente al resto de los habitantes sanandresanos.

En este apartado se ha querido mostrar, de manera histórica, cómo se ha desarrollado la sociedad raizal, desde su establecimiento en las islas hasta ahora. De igual manera se quiso mostrar cuáles son las características culturales y sociales de este pueblo desde el punto de vista de los historiadores, antropólogos o lingüistas que han estudiado a la sociedad isleña. Sin embargo, esta visión académica de la sociedad raizal difiere en algunas ocasiones de la manera misma como los miembros de la comunidad se entienden y se categorizan. Desde la mirada raizal actual hay nuevas concepciones de su etnia, que están determinadas por el momento político contemporáneo y por las divisiones internas entre la comunidad. Esta situación genera que la cultura isleña sea reivindicada de una manera específica por medio de un discurso étnico y político.

Reconstrucción de la etnicidad raizal

La conciencia de que los raizales son un grupo especifico empezó a aflorar cuando este grupo se empezó a ver marginado, al igual que su cultura, y esto ha permitido que los raizales empiecen a reivindicar ciertas de sus características propias, que no necesariamente reflejan el imaginario cultural plasmado por los científicos sociales.
Anteriormente habíamos mencionado la importancia de la Iglesia Bautistas y Adventista en la vida de los isleños, sin embargo, con la llegada de las misiones muchos raizales se convirtieron al catolicismo, y lo hicieron parte importante de sus vidas. No obstante, esta conversión al catolicismo de muchos de los miembros de la comunidad raizal no es reconocida cuando hay que hablar de las características culturales de los isleños. Varios de los líderes del movimiento raizal afirman que una característica fundamental de un raizal es el protestantismo, a pesar de que dentro de este movimiento existen sacerdotes católicos movilizando a la población. Por lo tanto, y aunque se esfuerzan por mostrar la necesidad del protestantismo para la creación de la identidad raizal, se habla ahora del ser raizal como un ser en principio muy religioso, y con un enorme apego a Dios y a su legado. En este sentido, el raizal que se considera a sí mismo como honrado, humilde y recto, ha adquirido esas características gracias a la presencia de las distintas iglesias cristianas, y a su devota fe en Dios. Esta religiosidad ha sido transmitida de una manera casi genética e imperturbable, como bien es necesario para generar identidad:

“…eso es algo que está en las venas. Y Dios es el centro donde giran todas las cosas, la familia, pero no es un dios no tan como un quisiera… el hecho es dios, el elemento dios, el elemento divino, el elemento trascendental, el elemento ser superior, juega un papel, así sea mentalmente en el componente raizal.” (Entrevistado: Marcelino Hudgson, Sacerdote Católico, 9 de julio, 2003).

Se dijo anteriormente que el creole, durante muchas décadas, fue considerado, por los mismos raizales, como una lengua inferior o primitiva frente al inglés estándar debido a sus raíces africanas, y debido a que para los raizales el legado inglés ha sido mucho más importante y significativo. Sin embargo, en estas últimas décadas se ha visto un resurgimiento del creole como lengua autóctona y única. Ésta ha sido rescatada por los raizales para legitimar su autenticidad y su diferencia frente a los continentales y frente al Estado colombiano e impedir así la invisibilidad de sus atributos culturales. Por esta razón, el creole es una de las características fundamentales que, en la actualidad, convierten a los raizales en una minoría étnica, ya que los hace diferentes.

Se podría decir entonces, que rescatar al creole como lengua única, y a la religiosidad como atributos fundamentales de la cultura raizal, permite comprender cómo el discurso étnico de los isleños tiene un carácter construido, puesto que el raizal no reconoce que el español o el catolicismo también forma parte de su estilo de vida en la actualidad. Por lo tanto, aunque se admite que hay raizales católicos, la diversidad de religiones no es lo que se rescata dentro del discurso, sino que lo que se rescata es la devoción a Dios, intentando así integrar a un pueblo que se ha sido dividido por las doctrinas religiosas.
Un factor problemático a la hora de re-crear la identidad raizal actualmente, es el problema de la raza, ya que el color de la piel es considerado por muchos de estos lideres del movimiento como un atributo importante, pero es negado o puesto en segundo plano por otros de sus miembros. En primer lugar, esta característica podría ir calando ya que dentro del imaginario colombiano, los raizales son negros, y esto generaría, hasta cierto grado, la diferencia con la sociedad colombiana en general. Sin embargo, esta denominación no se ha introducido del todo ya que, por un lado los raizales, en medio de su discurso de identidad, no quieren confundirse con las comunidades afrocolombianas del interior del país, por lo que la Ley 70 de 1993 se ha ignorado en la mayoría de los casos; y por el otro lado, puesto que aún persiste la tendencia, dentro de la comunidad raizal, de resaltar sus raíces inglesas frente a las africanas:

“en las islas no ha pegado mucho la nueva legislación porque la gente que maneja las instituciones cree que la ley es para negros, y ellos no se consideran negros. Así de sencillo. Algunos reivindican sus raíces “british” pero pretenden ignorar las “afro”” (en: Cuadernos del Caribe N. 4, 2002).

Otros intentos por incluir lo africano dentro de la identidad isleña ha sido la importación del movimiento rastafari de Jamaica hacia las islas colombianas, que reivindica las raíces africanas, y protesta en contra de la marginación racial. Algunos sectores de las islas han empezado a utilizar esta filosofía de vida, aunque no ha podido pegar del todo puesto que a veces van en contravía con las concepciones puritanas de las islas.
Finalmente, y para terminar de comprender la re-construcción de la identidad raizal, hay que anotar que todos estos aspectos que han sido legitimados por los raizales en estas últimas dos décadas son aspectos que quieren mostrar cómo el raizal es un ser netamente caribeño, que comparte afinidades con los habitantes de las otras islas del caribe y con los que habitan en la costa caribe de Centroamérica. De hecho, se hace énfasis en la relación estrecha que existe entre los raizales de San Andrés y Providencia y aquellos raizales de Bluefields y la Costa Miskita nicaragüense, con los cuales se comparte códigos culturales, gastronomía, danzas y apellidos. Estos lazos culturales se han afianzado a lo largo de los siglos gracias a los flujos migratorios de un lado para el otro, lo cual hace que se encuentren familias divididas por todo este territorio.

Todos los elementos que hemos mencionado anteriormente: el creole, el raizal como ser religioso, la raza y la identidad caribeña, son factores que nos muestran qué se está recreando como único de la cultura raizal, lo cual les da la posibilidad de constituirse como un sociedad particular y original dentro de la nación colombiana. Esto le permite a los raizales construirse como una minoría étnica, con un estatus legal definido y con un nombre reconocido nacional e internacionalmente. Pero esta constitución hace parte de un proceso que se ha llevado a cabo desde los años ochentas, y que empezó con el problema mismo del nombre:

“Antes nos llamábamos isleños, nosotros decíamos que éramos isleños, pero cuando empezaron a llegar continentales, ellos también querían llamarse isleños, y nosotros, para distinguirnos de ellos, empezamos a llamarnos nativos. Pero cuando empezaron a nacer hijos de los que habían llegado entonces ellos también eran nativos, porque habían nacido en la isla. Entonces nos llamamos raizales.” (Entrevistado: Juvencio Gallardo, Movimiento KETNA, 2 de julio, 2003).

Si analizamos el problema del nombre podemos ver más de cerca que las características que determinan la etnicidad de un grupo son construcciones y que, para el caso raizal, ha sido una construcción conciente y reciente.

El poseer un nombre y unas características particulares permitió que los raizales fueran una etnia específica, y la Constitución de 1991 legitimó su existencia. Sin embargo, los alcances de ésta y del artículo 310, que habla del Departamento de San Andrés y Providencia, no son reconocidos por los líderes del movimiento raizal, puesto que ellos no obtuvieron una curul constituyente, y esto les impidió la obtención de más beneficios. No obstante, después del 91 los raizales han tenido un sustrato legal sobre el cual posarse para pelear por los beneficios necesarios, no solo gracias al artículo que hace referencia a ellos, sino porque la forma como está concebida la Carta permite que varios grupos luchen por sus derechos étnicos dentro de un contexto multicultural.

Ahora bien, en estos últimos años los raizales han buscado otras formas de reconocimiento que tengan un mayor impacto político. Por esta razón, los raizales son concientes que con ese nombre y con el estatus de minoría étnica pueden conseguir algunas concesiones, pero esto no es suficiente. Es así como ahora se han empezado a denominar “pueblo indígena raizal”, debido a que las características que se les atribuyen a los pueblos indígenas se acoplan a las características que ellos mismos tienen y han reconstruido, tales como ser un pueblo autóctono y haber sido los primeros habitantes de ese territorio.

“Somos una etnia porque tenemos… si usted mira en el diccionario nada mas, usted va a ver que es una agrupación de personas que tienen una lengua y una cultura y territorio juntos. Pero hay más. Porque somos una etnia del archipiélago, o sea indígenas. Nosotros somos indígenas, somos indígenas o sea los primeros habitantes del archipiélago, los que primero formaron una sociedad aquí.” (Entrevistado: Juvencio Gallardo, Movimiento KETNA, 2 de julio, 2003).

La utilización del término “indígena” se ha tomado del Convenio 169 de la OIT, Sobre los Pueblos Indígenas y Tribales en los Países Independientes, el cual presenta una definición de pueblos indígenas muy amplia, que permite que muchos pueblos étnicos se acoplen a la definición:

“Los pueblos tribales en países independientes, cuyas condiciones sociales, culturales y económicas les distingan de otros sectores de la colectividad nacional (…) Considerados indígenas por el hecho de descender de poblaciones que habitaban en un país o en una región geográfica a la que pertenece el país en la época de la conquista o la colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y que (…) conservan todas sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas” (OIT, Convenio 169, Art.1).

Los raizales consideran, entonces, que esta definición se acopla a su situación actual. Esta autodenominación, estaría mostrando nuevamente el carácter construido y las necesidades políticas de la etnicidad.

“Lo de indígenas fue simplemente porque nos dimos cuenta que la definición de indígenas nos cabe. No es que nos volvimos indígenas sino que simplemente somos los indígenas del archipiélago… somos autóctonos” (Entrevistado: Juvencio Gallardo, Movimiento KETNA, 2 de julio, 2003).

Esta nueva forma de reivindicación ha sido necesaria para la lucha en pro de los derechos exigidos ante el gobierno colombiano, ya que se han dado cuenta que las comunidades indígenas han obtenido amplios beneficios con respecto a la autodeterminación, el autogobierno y la posesión de las tierras, esto último bastante necesario en la situación de sobrepoblación que se vive en San Andrés. Pero esta denominación ha sido necesaria también en un ámbito más amplio, es decir el internacional, puesto que ha sido poco lo que se ha conseguido nacionalmente. Con este estatus los raizales pueden ir ante organizaciones internacionales como la ONU o la UNESCO, y plantearles a ellos la situación que viven, lo cual no podrían hacer con su estatus precedente de minoría étnica.

Podemos ver entonces como la construcción del grupo raizal ha sido una construcción histórica y consciente de esta sociedad, y ha dependido de la coyuntura política nacional e internacional, ya que sin la existencia de las ideas de etnicidad, multiculturalismo, y sin la Constitución del 91, el resultado hubiera sido otro. Se han rescatado los elementos culturales necesarios para generar una situación en la que esta comunidad es única y autóctona, pero es importante anotar que estos elementos han sido recreados por un grupo líder que es el que lleva la conciencia de la identidad étnica.

El discurso del movimiento raizal

Hemos dicho que varios de los fundamentos la identidad raizal han sido construidos y legitimados por un grupo líder que se ha denominado “el Movimiento Raizal”. Para hablar de este movimiento hemos de hacer ciertas aclaraciones que nos ayudaran a comprender mejor su situación en las islas, sus exigencias y modos de actuar.
En primer lugar hay que decir que cuando nos referimos al movimiento raizal no nos estamos refiriendo a toda la población, a toda la etnia. El movimiento raizal es un grupo de personas dentro de la comunidad que se han reunido con unos objetivos de reivindicación específicos, que no son avalados por toda la comunidad, y en donde no ha participado toda ésta, aunque el movimiento pretenda reclamar los derechos de todos los miembros de la sociedad raizal.

Desde los primeros años de los ochentas se empezaron a fundar los primeros movimientos étnicos, dentro de los cuales el más importante fue el Sons of the Soil (SOS), dirigido por uno de los más notorios líderes raizales: Juvencio Gallardo, quien posteriormente fundaría el Ketlënan National Association (KETNA), el cual está vigente hoy en día.
El movimiento raizal no es una organización única y unida, sino que por el contrario, encontramos varios movimientos los cuales, todos en conjunto, se han denominado movimiento raizal. Encontramos por ejemplo el movimiento San Andrés Island Solutions (SAIOL), fundado por jóvenes estudiantes isleños, el INFAUNAS, grupo de agricultores y pescadores, que defienden la protección del medio ambiente con una filosofía rastafari, el Cove Alliance, el Barrack New FACE, o el movimiento AMEN-SD, de autodeterminación, dirigido por pastores protestantes.
Esto último nos remite a una condición fundamental del movimiento raizal, y de su forma de actuar, y es que, a pesar de sus miembros son de todas las profesiones, los pastores han estado presentes para liderar los distintos movimientos desde la década de los ochentas. Habíamos mencionado la importancia de la iglesia dentro de la cultura raizal, y la del raizal como ser religioso, así como la importancia que habían jugado los pastores como cohesionadores de la vida social isleña. Por lo cual no es difícil imaginar porqué los pastores son los miembros más activos y más respetados dentro del movimiento, ya que estos son los que más capacidad de convocatoria y más credibilidad frente al pueblo raizal tienen.

“…los pastores son intermediarios entre Dios y los hombres (…) utilizando el mensaje de la Biblia en donde obviamente se plantean los problemas, las reivindicaciones del pueblo raizal, referidos al territorio, al trabajo, a la discriminación, a la falta de oportunidades, entonces desde le púlpito se expresan los sentimientos de la comunidad, sobre todo en la Iglesia Bautista.” (Entrevistado: Álvaro Archbold, exgobernador, 3 de julio, 2003).

Pero a parte de esa relación de confianza que existe, la presencia de los pastores en el movimiento raizal también se debe analizar mirando la influencia de los discursos afroamericanos en los Estados Unidos sobre los miembros del movimiento y frente a los pastores, ya que este discurso es de liberación y dignidad, y ha sido promovido por las iglesias bautistas estadounidenses y por pastores importantes y legendarios como Martin Luther King o Malcolm X:

“También dentro de los pastores hay una cosa, que estos pastores todos han estado en los Estados Unidos. Y todos han visto el poder que tiene la iglesia bautista negra en los Estados Unidos.” (Entrevistada: Hazel Robinson, escritora e historiadora isleña, 4 de julio, 2003).

De igual manera, se pretende que el movimiento tenga las mismas connotaciones que movimientos como el de Ghandi o Mandela, y que sus líderes sean igual de carismáticos. Pero además de los pastores protestantes hay un sacerdote católico, quien también es un fuerte líder y un gran movilizador del pueblo cuando se ha requerido. Éste también cuenta con un discurso fuerte de reivindicación étnica, y también se incentiva con los discursos de Matin Luther King o de Ghandi, lo cual nos muestra que dentro de la iglesia católica también hay seguidores de la causa raizal y que por lo tanto era necesario darle un giro a una da las características principales del raizal tradicional, el protestantismo, para convertirlo en el “ser devoto”.

Ahora es importante centrarse en el discurso que el movimiento raizal tiene, en primera instancia frente al Estado colombiano, quien ha desconocido y discriminado las diferencias culturales del pueblo raizal, y en segunda instancia frente al inmigrante, frente al paña.

El discurso raizal proclama lo pasado como lo autóctono y lo nuevo o lo extranjero como lo nocivo y como lo que rompe con esa autenticidad y con esa esencia del ser raizal. Esto, por lo tanto, implica que haya que ir en contra de lo nuevo y de lo extranjero ya que acaba con la identidad del raizal. En este sentido, la llegada del extranjero, del paña, ha sido una invasión que ha ido destruyendo las costumbres raizales, puras y sanas. Esta es la base sobre la cual se inicia el discurso raizal: el otro representa lo nocivo, lo nuevo y lo que acaba con la autenticidad. Mientras que el raizal es lo incorrupto y lo bueno. Este discurso se basa entonces en la oposición étnica en donde se recalcan las virtudes de este grupo frente a los vicios de los continentales. El problema, sin embargo, es que los raizales jóvenes han sido corrompidos por esa ola migratoria, que ha traído el robo, el juego, el alcohol y las drogas, y que ha cambiado las reglas del juego como la puntualidad y la obediencia. Esto sólo significa que los raizales están perdiendo, debido al paña, y según el discurso del movimiento, sus valores tradicionales y está adquiriendo los traídos de afuera. Pero lo paradójico sería entonces que esos valores perdidos son los que caracterizan a un raizal tradicional, y son los que se reclaman como identitarios, por lo cual se asumiría que lo que se reivindica como autóctono solo lo poseen los raizales ancianos.

“…mira, mis abuelos lo tenían, mis tatarabuelos lo tenían, mi mamá lo tenía, pero ya de mi generación para adelante olvídese. Nosotros ya no tenemos mucho de la isla, no practicamos las cosas de la isla” (Entrevistada: Hazel Robinson, escritora e historiadora isleña, 4 de julio, 2003).

Pero esto no es de extrañar puesto que, como ya lo mencionamos, a pesar de que las reivindicaciones cambian de acuerdo con la coyuntura, éstas, por lo general, solo se refieren al pasado y a la vida fuera de occidente.

El discurso frente al Estado es fuerte y radical. A éste se le acusa de haber causado todos los males de la isla, al haber tenido poca conciencia frente a las particularidades culturales, y frente al territorio mismo. El plan del gobierno fue un plan macabro estructurado para acabar con todos los vestigios de cultura isleña, aunque no se consiguió.
El primer problema con respecto a esto ha sido el de la sobrepoblación, ya que ésta ha traído un sinnúmero de personas que han hecho que se pierda la cultura, la posesión de las tierras y la pertenencia a la isla, lo cual ha hecho que el raizal reduzca su espacio físico y deba depender de lo que se trae del exterior. De igual manera la sobrepoblación genera un ambiente de inseguridad a causa de los vicios que trae el paña. A pesar de que en la isla existe una institución encargada del control de la población: La Oficina de Control Circulación y Residencia para las Islas (OCCRE), ésta no ha servido, y se ha corrompido por los pañas y por el Estado, de acuerdo con lo mencionado por los líderes de los movimientos.

La perdida de las tierras a causa de la sobrepoblación es una de las críticas más fuertes que se hacen desde el movimiento, puesto que en muchos casos se argumenta que el paña robó las tierras y en otros casos, que fue el Estado quien lo hizo cuando consideró necesario hacer obras de infraestructura o bases militares, como lo expresa Juan Ramírez Dawkins, miembro del movimiento, en su cuento Ahí Vienen los Soldados:

“…el interprete continuó hablando, diciéndole al señor Hooker que la presencia de militares en las Islas era para protegernos de una posible invasión del Gobierno de Nicaragua, y que requería este pedazo de tierra para construir un puesto para los altos mandos y un cuartel general. El intérprete que se llamaba Gilbert H., le entregó una hoja de papel blanco y le dijo: “esta es la primera y única notificación. Tiene que firmarla. De lo contrario lo arrestaran.” (Ramírez, 1996).

El problema del desempleo raizal también forma parte del discurso, puesto que éste se genera debido a que, como habíamos mencionado, la gente del interior trabaja por menos dinero, y no reniega frente a las horas laborales extendidas y los trabajos fuertes, mientras que los raizales no están dispuestos a regalar su mano de obra, ni a ser sumisos frente al paña.

Frente a la educación, el discurso raizal también tiene que decir, ya que la educación implantada por el Estado colombiano durante todo el siglo XX fue la causante de que este perdiera su idioma y su religión, y todas la características culturales que de esto se derivaban, pero además era una educación inadecuada para la sociedad a la que se le estaba enseñando, puesto que el isleño debía hacer la tarea mental de traducir todo el tiempo lo que se le enseñaba para comprenderlo mejor, y además los textos escolares eran inadecuados para este modelo social isleño

“Hablemos de cualquier libro donde yo aprendí a leer español ¿qué modelo de familia estaba yo viendo, qué modelo de padre estaba yo recibiendo, cuál era el estilo de hogar, de sociedad, concepto de Dios, concepto de mundo? que ese el libro con el cual yo estaba aprendiendo a leer mamá, papá, me estaban implicando en la mente. Entonces cuando yo aprendía hablar español, y la lengua es un trabajo mental y se trabaja desde adentro, yo aprendí que toda la vida la oveja negra era la oveja mala, yo aprendía que el agua negra era el agua sucia, yo aprendí que la mala suerte era la negra. ” (Entrevistado: Marcelino Hudgson, Sacerdote Católico, 9 de julio, 2003).

En este sentido, los raizales abogan en la actualidad por una educación adecuada para su gente, que no introduzca juicios de valor nocivos ni intente cambiar la mentalidad de sus niños. Lo que se busca entonces es una etnoeducación, en donde prime la enseñanza del creole, como lengua nativa. Pero se quiere algo más, se desea que el gobierno no imponga ciertos principios, como el de la enseñanza de la historia desde un punto de vista oficial, sino que exista la libertad del maestro para contarle a su gente lo que ha ocurrido históricamente en la isla, empezando por los atropellos del Estado colombiano.
Finalmente, uno de los puntos más importantes del discurso del movimiento raizal es el de la autodeterminación de su pueblo, ya que el movimiento no solo busca mejoras en la calidad de vida sino mayor autonomía política y poder para tomar las decisiones. El caso de la educación sería una forma de exigir esa autonomía, pero lo importante aquí es anotar que la autonomía que se busca es política. Los grupos raizales no tienen muy claro a qué se refieren cuando hablan de autodeterminación, puesto que hay algunos que sólo la ven como una forma de autonomía en la cual los raizales tengan mayor incidencia en las decisiones que se toman en el Departamento, pero otros quisieran una forma de separación del territorio colombiano, en donde el Archipiélago forma parte del Estado colombiano, pero éste no se inmiscuye en ninguno de los asuntos internos. Es decir que muchos quisieran una especie de protectorado como la que existe entre Estados Unidos y Puerto Rico, en donde hay bastante autonomía y no se imponen modelos culturales – según la concepción raizal – pero los Estados Unidos financia y ayudan económicamente a esta isla. Algunos también relacionan esta autodeterminación con la forma de protectorado que existe entre algunas islas caribeñas y sus metrópolis europeas:

“Queremos autonomía, no independencia. Colombia debe responder por la seguridad de las islas, por sus lazos económicos, por la moneda, por las relaciones exteriores – nos van a representar porque si no ¿de dónde sacamos para pagar embajadores? – pero si hay cosas que nos interesan, si hay un lío sobre el caribe, pedimos el derecho a votar o de que voten con nuestro consentimiento. Como en la Commonwealth.” (Mauricio Mack Nish, en: Cuadernos del Caribe, N.4, 2002).

En este sentido, la justicia y las leyes sanandresanas serían hechas por los raizales y para los raizales, generando así un destino específico del pueblo isleño en donde los continentales y extranjeros no tendrían cabida, o al menos no incidencia políticamente. Sin embargo, mucho también reconocen que este argumento de la autodeterminación, adoptado después del convenio 169 de la OIT, es tan solo un método de presión que resurge en los momentos de enfrentamiento más álgidos entre los raizales y el Estado o entre éstos y los pañas. Además se reconoce que no se desea una separación tajante de Colombia puesto que, económicamente, esto no sería viable, a pesar de las afinidades que este pueblo tiene con algunos grupos de las costas nicaragüenses

“…la parte Atlántica de Centroamérica pertenece a la misma unidad cultural de nosotros en un tiempo, pero entonces en los tratados nos dividieron. Tenemos más afinidad con ellos, no con los nicaragüenses en si, pero con… se habla de que los indígenas miskitos recuperaron una cierta independencia de Nicaragua. Pero de pronto sentiríamos más afinidad siendo parte, siendo parte de ahí.” (Entrevistado: Juvencio Gallardo, Ketna, 2 de julio, 2003).

Por lo tanto, si bien el discurso está encaminado a mostrar las afinidades culturales con otras comunidades caribeñas, esto no significa que se desee formar parate políticamente de alguno de estos territorios.

Una de las formas para expresar este discurso étnico, que se ha desarrollado dentro del movimiento raizal, ha sido los paros cívicos organizado por estos líderes. Han sido tres las manifestaciones que han paralizado a la isla en estos últimos cinco años, y todas cuentan con los mismos elementos.
El primer paro cívico se realizó en julio de 1999, y consistió en la movilización de raizales para bloquear el aeropuerto, lo cual generó una crisis en el sector hotelero. Además de esto se bloquearon algunas de las vías principales de San Andrés, impidiendo así que mucha llegara a trabajar o a los colegios. Este paro se realizó con la ayuda de varios pastores bautistas, quienes tenían la labor de movilizar a la población e incentivarla por medio de cánticos y oraciones religiosas. Esta manifestación se realizó debido a que un mes antes el movimiento raizal había enviado un comunicado al gobierno, pidiéndole la reubicación de ilegales en sus tierras natales, que se declarara en emergencia sanitaria y ecológica a las islas debido a la sobrepoblación y, finalmente, que se le reconociera mayor autonomía al pueblo raizal.

Dos años después, en junio de 2001, se inicia otro paro – que era la continuación del de el aeropuerto, debido a que las mesas de negociación se habían levantado su ningún resultado – el cual empezó bloqueando con barricadas algunas calles del centro de la isla, pero que después se traslado a las instalaciones de la planta de Texaco, la cual almacena todo el combustible de las islas. Esto generó, por supuesto, una crisis por el déficit de gasolina, la cual se prolongó por casi una semana, hasta que también se bloqueo el puerto marítimo, impidiendo así la salida productos y alimentos hacia Providencia. Este paro se agravó el 17 de junio, cuando, después de que el gobierno hubiera mandado fuerzas antimotines a la isla, estallara accidentalmente una granada de gas lacrimógeno muy cerca de una iglesia bautista, en la cual se estaba realizando la ceremonia dominical. Este incidente, que dejó a 22 feligreses heridos, fue tomando por parte de los movimientos raizales, como una clara afrenta imperialista del gobierno frente a grupo minoritario que lucha por sus derechos.

Finalmente, el último paro del que se tiene noticia, se llevó a cabo a mediados de 2002, cuando estos grupos raizales se tomaron la entrada al basurero, protestando por la situación de insalubridad que éste estaba presentando. El gobernador, elegido y apoyado por los raizales, se negó a solucionar la situación usando la fuerza, por lo que los camiones de las basuras no podían entrar al basurero al encontrarse bloqueada su entrada. Por tal motivo la Procuraduría General de la Nación destituye a Ralph Newball, gobernador del departamento. Este acto estatal generó un gran resentimiento por parte de este sector raizal, por lo que el 26 de mayo, día de las elecciones presidenciales, varios manifestantes se tomaron la gobernación, por medio de barricadas, y hubo varios enfrentamientos violentos con la policía, en donde se utilizaron granadas y bombas molotov generando algunos incendios. En este último suceso ya no solo se hacen notar las peticiones del pueblo raizal, sino que muestra cómo se ha ido generando un conflicto interétnico, en donde la destitución de un funcionario público por omisión, se convierte, en este contexto, el la marginación de un líder y la exclusión de un pueblo.

Los líderes del movimiento raizal coinciden en que los paros se realizaron para llamar la atención del Estado, y estos en sus comienzos tenían la intención de solucionar aspectos de primera necesidad para la isla, aunque a medida que pasaban los días el discurso de autodeterminación tomaba más fuerza. De hecho, después del bloqueo a la planta de Texaco el movimiento raizal empieza a utilizar la denominación de “pueblo indígena raizal”.

Toda esta construcción discursiva del movimiento raizal, así como las reivindicaciones culturales, han generado bastantes críticas por parte de otros sectores de la misma sociedad raizal que no está de acuerdo con este discurso, empezando por el nombre “raizal” y el término etnia, ni con la manera de darlo a conocer.

La primera crítica es la que tiene que ver con el nombre. Se mencionó anteriormente cómo el término “raizal” se empezó a utilizar a finales de la década de los ochentas, con la necesidad de diferenciar a extranjeros y continentales isleños, de aquellos isleños tradicionales. Sin embargo, muchos raizales – así legalmente denominados – critican esta diferenciación étnica ya que consideran que en la actualidad es muy difícil establecer quién es raizal y quién no lo es debido al gran mestizaje que se ha dado. Estos detractores del discurso raizal se preguntan qué pasa con aquellas personas que, teniendo una larga línea de descendencia raizal, no practican su cultura, no son religiosos o casi no hablan creole. Es decir que esta crítica iría en contra del escencialismo, tanto del término raizal, como de todo lo que implica construirse como una etnia, e implica comprender que los raizales conviven con otras etnias, que no están aislados y que las características principales de un raizal tradicional se pueden perder al no ser transmitidas genéticamente. Además, estos críticos consideran preocupante esta delimitación ya que consideran que el simple término está generando segregación puesto que esta diferencia implica el rechazo al otro, lo cual estaría generando un conflicto interétnico.

Así pues, este otro sector de la sociedad isleña le critica, básicamente, al movimiento raizal, el hecho de mostrar al hombre sanandresano y a su cultura como algo esencial, en donde se niega el mestizaje que se ha dado con los otros grupos sociales que han ido llegando a las islas, lo cual ha hecho que muchas de las costumbres tradicionales isleñas se hayan perdido o sólo sean encontradas entre los raizales de edad avanzada. Por lo tanto este sector se pregunta cómo se les aplicarían los derechos exigidos a estos raizales que oyen vallenatos pero que hablan creole, o que son de madre isleña y padre continental, como un ejemplo. En este sentido, esta crítica estaría mostrando el carácter construido de la etnicidad, antes mencionado desde el punto de vista teórico.

La segunda crítica importante que otros sectores raizales le están haciendo al discurso de sus semejantes es con respecto al término, recientemente utilizado, de “pueblo indígena raizal”. Para estos sectores el término indígena no concuerda con la realidad cultural de su comunidad. El término adecuado para definirse sería el de hombres del Caribe, o afrocaribeños, pero no indígenas ya que al compararse con otras comunidades indígenas del territorio colombiano, el término resulta incoherente. Además, consideran que este término es tan solo utilizado como una necesidad política, en esa búsqueda por conseguir mayores beneficios, como tierras inenajenables o cargos públicos exclusivos, es decir que el término sería utilizado por estos movimientos, como una herramienta política o un instrumento de lucha, aunque esto no refleje la realidad social y cultural del isleño.

“Aquí pues los raizales piensan que la cultura de ellos es superior o mejor, pues porque hablamos inglés y porque… aunque los indígenas no hablan inglés… creole… (…) Quieren parecerse al inglés, al británico, pero ellos son indigenistas. Pues yo creo que los movimientos indigenistas han sido fuertes, en todas las tendencias, en el arte, en la literatura, en todo, pero muy fuertemente reivindicadores ¿no? Yo no me imagino a Siqueiros o a Rivera reivindicando a los españoles” (Entrevistado: Álvaro Archbold Núñez, exgobernador, 3 de julio, 2003).

Con respecto al creole, no muchos critican que éste se haya convertido en la lengua característica de los isleños, aunque se considera que esta reivindicación va, en muchas ocasiones, encaminada a resaltar esa característica casi indígena del pueblo raizal, más que una realidad, ya que el creole ha sido marginado por este mismo grupo durante varias décadas. De igual manera, muchos consideran que la enseñanza del creole en las escuelas, incluido en ese proyecto de etnoeducación, no es del todo viable, ya que no se han hecho estudios importantes con respecto a la forma de enseñarlo y convertirlo en una lengua escrita. Además, consideran mucho más importante inculcar el inglés como lengua nativa, ya que éste abriría más caminos, por ejemplo laborales, lo cual no pasaría con la enseñanza del creole.

Otros miembros de la sociedad raizal consideran que ciertas exigencias del movimiento son necesarias, ya que la isla se encuentra en un estado crítico de sobrepoblación y escasez de recursos. Por lo tanto, las exigencias hechas con respecto a la protección del medio ambiente o con respecto al fortalecimiento de instituciones como la OCCRE para evitar la sobrepoblación, son importantes. De igual manera, consideran que las exigencias laborales en donde debe participar más el isleño son necesarias, pero no por el simple hecho de ser raizales, sino porque cada persona en su lugar de origen debe tener esta misma prioridad.

Tampoco hay mucha claridad, entre estos grupos isleños, con respecto a lo que el movimiento busca con las exigencias de autodeterminación, ya que muchos las ven como exigencias descaradas, puesto que sería vivir autónomamente pero exigiéndole al Estado colombiano paternalismo económico.

Finalmente, la última crítica hecha al movimiento raizal, es con respeto a la forma de dar a conocer este discurso, no sólo porque estas manifestaciones han generado enfrentamientos violentos, sino porque el discurso durante éstas se queda en las remembranzas de la cultura pasada pero no propone cosas adecuadas o coherentes con las posibilidades actuales. Por lo tanto, estas manifestaciones han generado mayores divisiones entre los isleños, debido a sus exigencias y la forma violenta de darlas a conocer

“Yo hacía marchas pero silenciosas, sin violencia, reclamando. Pero ellos bloquean el aeropuerto, ellos bloquean Texaco. (…) Y yo dije, no, no, no, yo me salgo de ustedes, yo me quedo con mi vida y estamos divididos hoy, porque no es la forma de ser radical a bloquear, sino a hablar, protestando con hechos, con pruebas, y he conseguido derechos de muchos. (…) la lucha no hay que hacerla a la fuerza, sin armas, por otro camino, hablando.” (Entrevistado: Thomas Livingston, Islander Civic Movement, 9 de julio, 2003).

Conclusiones

Se ha querido mostrar, mediante el caso de los raizales sanandresanos, cómo la etnicidad, más que una forma romántica de mostrar las diferencias, es una construcción política en donde se resaltan aspectos culturales de acuerdo con la coyuntura histórica. En este sentido, los raizales han ido construyendo un discurso étnico, dentro de una isla sobrepoblada en donde los recursos naturales de supervivencia han venido escaseando en los últimos años. Este discurso identitario, si bien está basado en unos cimientos culturales específicos, como la lengua o la religión, se transforma de acuerdo a las necesidades políticas, resaltando algunos aspectos de la cultura y excluyendo o minimizando otros. Así pues, esas particularidades isleñas que han sido resaltadas por científicos sociales, son modificadas, o no se expresan de la misma manera, cuando se habla de reivindicaciones étnicas. El caso de la legitimación del creole como lengua autóctona y única es ejemplo de esto, ya que durante años fue considerada por los raizales como una lengua primitiva, y ahora resurge necesariamente para mostrar la particularidad del hombre isleño y para resaltar las diferencias con la sociedad colombiana.

Las ideas políticas reinantes, nacionales e internacionales, condicionan, pues, la forma como se construye la identidad étnica. En estas últimas décadas, en las que ha tomado fuerza el discurso multicultural, se ha hecho posible el hablar de minorías étnicas, pero más allá, los convenios internacionales, y las concesiones que se les han dado a las comunidades indígenas, generan que las reivindicaciones raizales se modifiquen paulatinamente. De este modo, no es gratuito que el movimiento raizal empiece a utilizar denominaciones como la de “pueblo indígena raizal”, y tome algunos elementos de su cultura para demostrarlo.

Lo mismo ocurre con las exigencias de autodeterminación, que muestran cómo la identidad étnica es necesaria para exigir más derechos de autonomía política, en donde sean los raizales, y no toda la población de San Andrés, quienes decidan el destino de las islas. La autodeterminación también es importante para comprender las afinidades culturales que los isleños tienen con otras islas del Caribe angloparlante, y con las poblaciones de las costas caribeñas centroamericanas, con lo cual se hace insistencia en que sus características culturales difieren enormemente de aquellas que poseen los colombianos.

Por esto, se puede decir que el discurso de reivindicación étnica es un discurso que se ha construido conscientemente, y que ha surgido en la comunidad raizal después de comprender que esas particularidades culturales fueron marginadas y menospreciadas por el Estado colombiano durante un siglo, debido a los ideales de Nación y de Estado reinantes para la época. De igual manera, ha sido un discurso de reivindicación cultural consciente que se ha justificado después de la Constitución de 1991, ya que ésta cambia esos ideales de nación que llevaron a la marginación de la cultura raizal y permite que ésta sea legítima ante toda la sociedad colombiana.

La etnicidad raizal y la construcción discursiva del movimiento raizal han mostrado a una comunidad que tiene ciertos atributos culturales innatos e imperturbables al paso de los años. Es decir, a una comunidad que en esencia es buena, religiosa y tranquila, intentando así mostrar las diferencias con el resto de habitantes de las islas. Paradójicamente, se critica a estos otros habitantes de haber corrompido a los miembros de la sociedad isleña, envolviéndolos en toda una serie de vicios foráneos, pero sin aceptar que esos otros elementos traídos del exterior forman también parte, en la actualidad, de la sociedad raizal. De esta manera, el discurso niega el mestizaje que se ha venido dando en las islas, ya que se construye a un hombre raizal con ciertas características puras o innatas, que ya no se aprecian tan fácilmente debido a la convivencia con otros grupos.

Finalmente, otro aspecto que muestra el carácter construido de estas reivindicaciones étnicas, es el hecho de que éste sea producido y reproducido por un grupo líder. Dentro del movimiento sale a relucir el rol fundamental de los pastores, quienes han sido influenciados por otros pastores carismáticos, como Martin Luther King y sus ideas de lucha civil. En este sentido, los miembros del movimiento raizal son los que generan y le exponen al mundo entero las particularidades de su cultura, sin que esto signifique que toda la sociedad raizal esté de acuerdo con esos reclamos. Así pues, el que existan detractores de esas reivindicaciones étnicas muestra cómo ese discurso no es esencial, no es puro, no representa el sentir de todo un pueblo y, por lo tanto, es un discurso construido con fines políticos.

Bibliografía

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  • CLEMENTE Batalla Isabel (1991), Educación, Política Educativa y Conflicto Político Cultural en San Andrés y Providencia, 1880-1980, Informe Final presentado a la Fundación de la Investigación y la Tecnología del Banco de la República, Bogotá, Universidad de los Andes, Departamento de Historia

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  • CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA, 1991
  • Cuadernos del Caribe N. 4 (2002) RESTREPO Luis Alb

59 comentarios en “Documento| Acerca de los raizales de San Andrés

  1. Según Adelaida las reclamaciones hechas por el pueblo raizal es pura estrategia política, ella sabe porque lo dice, ya que tiene intereses políticas oscuras en providencia isla.

  2. a Lawrence Bohme:
    Claro siempre viene mejor la dominación Anglosajona, o el divide y vencerás. Si hubiese petroleo ya sería norteamericana. Creo recordar que los caladeros han sido esquilmados por compañías americanas.

  3. muy interesante el artículo, auqnue no lo leí todo, me pareció super bien la información sobre los raizas de San Andrés.

  4. eso es demasiado largo sean prácticos y copien resúmenes mas no toda la historia ja q horror q falta de glamour es mas lo q hay q copiar a lo es el supuesto resumen

  5. a ver yo soy san andresano y la informacion es bastante completa, puede verse en alguna forma despectiva, pero es realista y objetiva. la verdad es un excelente documento como proyecto

  6. ole…..esta publicacion esta muy interesante y buena pero no es lo que buscaba……necesito palabras de los raizales, palabras de la lengua sanandresana

  7. Smuy lindo y bueno pero lo q no muestran es como el gobierno le roba sus tierras al poueblo raizal para vendersela a empresarios prestantes y a funcionarios, como estan acabando con la cultura raizal ya q en la gran mayoria de escuelas se enseña en español y se tiene el ingles como segunda lengua ( se sabe q el ingles q enseñan en los colegios es bien malo)todo se maneja desde bogota lo q le quita autonomia al pueblo la industria turistica es poco o casi nada lo q emplea al raizal (nisiquiera los q se han preparado en colombia continental)la pesca artesanal esta hechada a perder lo mismo la agricultura, definitivamente el gobierno de rojas pinilla y en general todos son lo peor q le a pasado a San Andres.

  8. Reportaje muy bien documentado e imparcial – salvo el ultimo parrafo que insinua que la oposicion no es mas que maniobra politica. Las diversas formas de rechazar la dominacion colombiana y el inevitable oportunismo de algunos lideres – que son tipicos de todo movimiento de autonomia – no excluyen que desde hace mucho tiempo las dos culturas hayan demostrado su incompatibilidad y profundo antagonismo cultural. Soy inglés y viví en el barrio «raizal» (como dicen ahora) de San Luis allá por el año 1975 y sé de que hablo. Deseo toda la suerte a mis amigos isleños y espero que todo no se termine en violencia.

  9. Si aun al romper muchas familias los lazos etnicos que compartían, todavía hoy habemos los hijos y nietos de aquellos que migraron que recuerdan su origen, nos hemos hispanizado, culturalmente y adoptado otras religiónes (católica) pero seguimos compartiendo apellidos comunes, y lazos de sangre, que aunque diluidos ahí estan.

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