Para muchos inmigrantes latinoamericanos, Canadá aparece como el paraíso de la emigración. Un país con puertas abiertas a donde se puede llegar incluso sin la debida documentación y pedir asilo y les dan casa, carro, beca y protección social. Incluso algunos románticos tratan de encontrarle color a la blanca nieve, a paisajes oscuros y gélidos y al ambiente aburrido de un país cuyos ciudadanos no ven la hora de obtener la pensión para irse al trópico.